Con este propósito, una delegación integrada por Mons. Gustavo Rodríguez Vega, Obispo de Nuevo Laredo y presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social (CEPS); Mons. Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco y responsable de la dimensión de pastoral del trabajo de la CEPS; Mons. Carlos Suárez Cázares, Obispo auxiliar de Morelia; el P. Armando Flores Navarro, secretario ejecutivo de la CEPS; el Lic. Adalberto Saviñón, Director del Centro Lindavista y asesor de la CEPS y el Lic. Alberto Arciniega Rossano, director de comunicación social de la CEPS, viajó a Bogotá, Colombia, para participar en la 90º Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano dedicada a la "Pastoral para una Colombia reconciliada y en paz".
Colombia sufre desde hace varias décadas, situaciones de conflicto y de violencia. Durante décadas el país se ha desangrado a causa de la confrontación entre el Estado y diversas fuerzas guerrilleras y bandas criminales; confrontación que a lo largo de los años, ha ido cambiando de naturaleza y adquiriendo nuevas motivaciones y modalidades. Los costos de este conflicto han sido muy altos en todos los ámbitos de la vida del pueblo colombiano.
La Iglesia no ha sido ajena a esta realidad dolorosa; ha puesto su cuota grande de sacrificio con la muerte de obispos, sacerdotes, consagrados y laicos comprometidos; su labor se ha visto impedida y han sido, a veces, restringidos sus derechos. Pero, sobre todo, ha intervenido de manera valiente y decisiva en la proclamación de la necesidad de la paz y ha intervenido de diversas maneras para atenuar la crueldad del conflicto y para señalar caminos de paz. Precisamente, para revisar y proyectar el aporte de la Iglesia a la construcción de la paz, los Obispos Colombianos, del 7 al 11 de febrero, se reunieron en su 90º Asamblea Plenaria centrando sus reflexiones bajo el lema "Con la paz de Cristo, por los caminos de Colombia", que fue el lema que animó hace 25 años, la visita que hiciera a esa nación el siervo de Dios, Juan Pablo II.
Los Obispos mexicanos y sus acompañantes fueron acogidos con ejemplar hospitalidad y recibieron innumerables muestras de fraterna solidaridad y pudieron recoger las numerosas experiencias y perspectivas que se compartieron en diferentes mesas de trabajo que abordaron el tema de la construcción de la paz desde distintos ámbitos, con la ayuda de excelentes conferencistas y panelistas que con su experiencia y conocimiento, ofrecieron perspectivas y propuestas, para que en las modalidades que hoy tiene la inseguridad y violencia en Colombia, la Iglesia pueda asumir su papel de mediación y animación para la pacificación del país. Llamaron particularmente la atención proyectos locales de reconciliación y construcción de tejido social, los diálogos pastorales diocesanos con personas y grupos en violencia, los Programas de Desarrollo y Paz en 21 diócesis, las experiencias de mediación, los testimonios de atención a víctimas, la Comisión Nacional de Reconciliación lidereada por la Iglesia y la colaboración de la Conferencia con los procesos diocesanos y locales.
La delegación mexicana tuvo además la oportunidad de participar en reuniones más pequeñas, en las que Obispos colombianos que viven su ministerio en territorios en conflictos o asolados por las bandas criminales compartieron su experiencia personal y la acción pastoral de sus Iglesias particulares, los logros y los fracasos, las lecciones aprendidas y los desafíos, que han encontrado en esta tarea. También fue posible conocer las experiencias pastorales, de parroquias y Diócesis, en las que la Iglesia, junto con la comunidad y las autoridades, han asumido la tarea de la construcción de la paz, desde un enfoque integral.
La visita de los Obispos Mexicanos fue una rica experiencia de comunión eclesial que ofreció muchas luces y perspectivas, que serán compartidas con otros Obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano y con otros actores de la vida eclesial comprometidos en la construcción de la paz en México. Con admirable generosidad, los Obispos de Colombia, mostraron su disponibilidad a seguir compartiendo sus experiencias con sus hermanos obispos en México.
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